Colorido fin de año
Pocas horas
nos separan del último adiós al 2013, otro año que puso a prueba nuestra capacidad
e inteligencia en la búsqueda de alternativas económicas y sociales que le inyecten
al país el desarrollo que necesita.
Aquí cada
persona se creció en medio de las dificultades cotidianas, las que nunca
lograron borrar la sonrisa y la nobleza que nos caracteriza y nos hace
diferentes al resto de los mortales.
El pinareño,
el cubano, protesta, luce inconforme, lo discute casi todo porque cree saber de
casi todo… pero con ese mismo ímpetu desfila un Primero de Mayo, acude a las
urnas a respaldar el proceso revolucionario de la Isla, confía en sus
dirigentes y apuesta diariamente por un futuro mejor.
Y esa amalgama
de virtudes y defectos se concentra a finales de diciembre, cuando las calles
de mi provincia se llenan de personas que salen, cual ejército de hormigas, a
buscar provisiones para esperar el inicio del nuevo año; una tradición que se
mantiene en esta tierra.
¡Ah!, y no
importa si no encuentran lo que quieren. Primero protestarán, luego hallarán
una alternativa y finalmente terminarán conformándose con la idea de saber que
hay gente peor. Así somos y así seremos.
Se trata de
una idiosincrasia sin par, del propio temperamento que nos ha servido de escudo
contra todos los entuertos propinados por una difícil realidad cuyas
malformaciones nacieron –y aún se alimentan– de la envidia que sienten los
Estados Unidos al saber que solo a noventa millas un pueblo pequeño crece libre
y rebelde.
En Cuba cada
cual busca la mejor manera, casi siempre modesta, de que el fin de año no pase
inadvertido, de recibir el 2014 en familia, algo sagrado para nosotros.
Entonces, sea
bienvenida esa colorida multitud que adorna las calles de mi linda tierra.