Martí, fuente inagotable de inspiración
Por Mikely Arencibia Pantoja
Este 28 de enero se cumplen 160 años del nacimiento de José Martí, el Héroe Nacional de Cuba, el Apóstol, el autor intelectual del asalto al cuartel Moncada en 1953 y, en resumen, el Maestro de todos los cubanos.
Y durante la celebración de la efeméride estaremos nuevamente acompañados por las ideas inmortales de quien más taladró a los latinoamericanos con la objetividad de su pensamiento.
Tal fue así, que hoy Martí aún anda posado en el alma de las personas dignas, es fuente de inspiración para encendidos discursos, trascendentales investigaciones y hasta en el diarismo coloquial de los humanos.
También está en las escuelas, en las casas de cultura. Anda erguido dentro de las fábricas, descubierto entre los surcos y fertilizado en el pecho de los jóvenes que levantan el presente y forjan el futuro.
Se resiste con justificada voluntad al pasar de los años, supera la muerte y es encarnado por cada “pino nuevo” que habita en la Mayor de las Antillas.
Su pensamiento antimperialista, humano y patriótico aquí se conserva como el mejor de los patrimonios, y este sirve de inspiración para enrumbar a la especie humana, como se manifiesta –por ejemplo– en los programas que lidera la Revolución Cubana en aras de conseguir la máxima de “ser cultos para ser libres”.
Sin ser Dios fue profeta, un joven que se adelantó a su época para predecir el futuro, alertar sobre sus consecuencias y sugerir el camino adecuado.
Su infatigable pluma se deslizó por miles de cuartillas que hoy son consulta obligada para todos y su ardiente verbo caracterizó las oratorias con las que convocó a la unidad como la vía más factible para encontrar la independencia.
Lo dicho no es poesía ni prosa con pretensiones de ser bonita. Es simplemente realidad, pues entre su infinidad de virtudes, nuestro Apóstol posee el don de estar, a la vez, en todas partes.