Corren tiempos difíciles, ¿quién
no lo sabe? Tiempos que a veces convierten a la vida en algo demasiado
tormentoso. Sin embargo, con virtudes y defectos estos son los días que nos
tocaron vivir y que, una vez vividos, no darán vuelta atrás.
Entonces, vale pensar, sin caer
en utopías baratas, en cómo y dónde hallar las motivaciones suficientes que nos
hagan felices y nos impidan darle la espalda o mirar con indiferencia cuanto
sucede a nuestro alrededor.
Puede parecer difícil, pero no lo
es si sabe buscar dentro de usted mismo y aprende a enfocar esas
potencialidades que permanecen dormidas.
Luego verá que la principal
motivación existe expresada a través de la familia, los amigos, los proyectos,
el compromiso social adquirido desde el propio nacimiento..., o de un hecho
todavía más sublime: estar vivo.
Y tras ese elemental
descubrimiento sentirá crecer su ego, su autoestima. Verá cómo se inflaman sus
razones para despertar con una sonrisa y partir dispuesto a enfrentar los
deberes, a tratar de enderezarle las torceduras a la vida.
Aprenderá que es mejor caminar
que sentarse, luchar que doblegarse, criticar que conformarse con lo injusto,
buscarse problemas que ser indiferente. Aprenderá, en definitiva, que “a las
estrellas no se sube por caminos llanos”.
Contrario a lo dicho, hoy asoman
algunos que viven por vivir, que se empantanan en una abominable rutina y en un
desinterés tal, que nada los altera ni los motiva.
Son parsimoniosos seres que pasan
sin dejar tan siquiera la borrosa huella denunciante de su travesía, que
respiran por pulmones ajenos, que no aman lo que hacen ni lo que son.
Sin dudas se trata de personas
dignas de lástima, porque aunque en apariencias son normales, en esencia tienen
la capacidad lastrada por su propia incompetencia y por el desamor albergado en
sus entrañas, y esta gente no es útil para nada ni para nadie.
Usted intente ser diferente, siga
mi consejo y mírese por dentro. No tarde más en descubrir cuántas razones
existen para crecer y boxear contra las jugarretas de la vida, contra lo
irrazonable y los tragos amargos que esta nos sirve cada día. Deje de esperar
porque las motivaciones caigan del cielo y comprenda de una buena vez, que la
principal motivación está en uno mismo.