Redundancias
Por Mikely Arencibia Pantoja
Últimamente he notado que entre los cubanos hay un numeroso grupo que emplea como escudo a la Real Academia de la Lengua Española (RAE) con el fin de justificar su pobreza lingüística.
Y aunque podría citarle un sinnúmero de casos, concentraré mi comentario en aquellos que, frente a una redundancia innecesaria, alegan que la RAE ya aprobó tal o mas cual expresión.
Pero antes deseo dejar sentado algo. Ni por asomo pretendo debatir, determinar o referirme a lo aprobado o no por la prestigiosa Institución; solo quiero invitarlo a reflexionar acerca de la fealdad encerrada en ciertas expresiones, amén de su aceptación o rechazo por los catedráticos.
Por ejemplo, “subir para arriba”, “bajar para abajo”, “caminar a pie”, “salir para afuera” o “entrar para adentro” son frases comunes; sin embargo, nadie negará que cada una carga sobre sí el peso de la redundancia inútil y viciada. Pero no es en ellas donde único se aprecian limitaciones de expresión. Analicemos.
¿Cuántas veces usted ha escuchado o dicho que los “resultados alcanzados fueron tales, tales y tales...” Quizás ignorando que todo lo alcanzado es un resultado.
O cuántas veces ha visto planteado en determinado informe que “en el período de tiempo comprendido entre enero y julio se hizo esto, aquello y lo otro...”
No obstante, si se remite a cualquier diccionario, encontrará que período significa espacio determinado de tiempo que incluye la duración de una cosa, o sea, que al período del informe citado le sobra el tiempo o viceversa.
También es frecuente escuchar que “hace cinco años atrás sucedió tal cosa”; como si al decir “hace” no se estuviera excluyendo el “atrás”.
Pero el colmo se lo oí a una mujer en la tarde de ayer. Ella hablaba orgullosa de cuanto había adelantado su pequeño hijo, que para ilustrarlo utilizó la siguiente expresión: “Fíjate si ha crecido, que ya le salieron los dientes en la boca”... ¡Vaya!, ¿dónde si no?
Tan rico como el idioma español pudiera ser este comentario, lástima que el tiempo asignado ya llega al ocaso. Sin embargo, antes le haré algunas modestas precisiones.
Hablar bien es muy saludable, pues con ello usted gana prestigio, admiración, respeto. Asimismo, en el largo camino que es necesario desandar para aproximarse a esa perfección, se adquiere una vasta educación que abre muchas puertas en el laberíntico mundo del saber.
Adquirir una progresiva cultura del lenguaje será siempre mejor que saberse de memoria lo que está aceptado o no por la RAE , porque aunque la institución permita el uso de algunas redundancias como las comentadas, esas expresiones siempre dejarán entredicha la sapiencia de quien las utilice.