domingo, 24 de febrero de 2013

Redundancias
Por Mikely Arencibia Pantoja
 
Últimamente he notado que entre los cubanos hay un numeroso grupo que emplea como escudo a la Real Academia de la Lengua Española (RAE) con el fin de justificar su pobreza lingüística.

Y aunque podría citarle un sinnúmero de casos, concentraré mi comentario en aquellos que, frente a una redundancia innecesaria, alegan que la RAE ya aprobó tal o mas cual expresión.

Pero antes deseo dejar sentado algo. Ni por asomo pretendo debatir, determinar o referirme a lo aprobado o no por la prestigiosa Institución; solo quiero invitarlo a reflexionar acerca de la fealdad encerrada en ciertas expresiones, amén de su aceptación o rechazo por los catedráticos.

Por ejemplo, “subir para arriba”, “bajar para abajo”, “caminar a pie”, “salir para afuera” o “entrar para adentro” son frases comunes; sin embargo, nadie negará que cada una carga sobre sí el peso de la redundancia inútil y viciada. Pero no es en ellas donde único se aprecian limitaciones de expresión. Analicemos.

¿Cuántas veces usted ha escuchado o dicho que los “resultados alcanzados fueron tales, tales y tales...” Quizás ignorando que todo lo alcanzado es un resultado.

O cuántas veces ha visto planteado en determinado informe que “en el período de tiempo comprendido entre enero y julio se hizo esto, aquello y lo otro...”

No obstante, si se remite a cualquier diccionario, encontrará que período significa espacio determinado de tiempo que incluye la duración de una cosa, o sea, que al período del informe citado le sobra el tiempo o viceversa.

También es frecuente escuchar que “hace cinco años atrás sucedió tal cosa”; como si al decir “hace” no se estuviera excluyendo el “atrás”.

Pero el colmo se lo oí a una mujer en la tarde de ayer. Ella hablaba orgullosa de cuanto había adelantado su pequeño hijo, que para ilustrarlo utilizó la siguiente expresión: “Fíjate si ha crecido, que ya le salieron los dientes en la boca”... ¡Vaya!, ¿dónde si no?

Tan rico como el idioma español pudiera ser este comentario, lástima que el tiempo asignado ya llega al ocaso. Sin embargo, antes le haré algunas modestas precisiones.

Hablar bien es muy saludable, pues con ello usted gana prestigio, admiración, respeto. Asimismo, en el largo camino que es necesario desandar para aproximarse a esa perfección, se adquiere una vasta educación que abre muchas puertas en el laberíntico mundo del saber.

Adquirir una progresiva cultura del lenguaje será siempre mejor que saberse de memoria lo que está aceptado o no por la RAE, porque aunque la institución permita el uso de algunas redundancias como las comentadas, esas expresiones siempre dejarán entredicha la sapiencia de quien las utilice.

martes, 12 de febrero de 2013

El beso: misterioso placer

Por Mikely Arencibia Pantoja


Esta mañana mientras observaba a dos jóvenes despidiéndose con un apasionado beso sentí curiosidad acerca del misterioso placer que causa ese acto, pues sucede que en apariencias resulta un hecho simple, sin complicaciones pero que, en esencia, proporciona un éxtasis de indescriptible naturaleza.

Entonces me di a la tarea de investigar sobre esa pasión universalmente extendida y encontré tantas cosas interesantes, que sería egoísta si las reservara solo para mi.

Primero aprendí que la historia está llena de leyendas inspiradas en este tema, como la que escribió Daniel Heinsius (1580–1655) donde afirma que “se puede conquistar con la espada, pero se es conquistado con el beso”.

También supe que su existencia resulta tan dominante, que en 1937 el comisionado de la ciudad de Nueva York prohibió besarse en lugares públicos con el ánimo de frenar la epidemia de Influenza que mató a miles de personas y, sin embargo, su campaña fracasó porque la gente prefirió morir antes de dejar de besar.

Por su parte, un interesante artículo de la doctora Silvia Jiménez (reconocida autoridad médica mundial) contradice la llaneza que algunos le atribuyen a ese gesto. Según ella, besar, más que algo simple, es bien sofisticado.

Está demostrado que el beso deviene método efectivo para analizar científicamente los centros de placer cerebrales, ya que con él las personas mezclan los sentidos del olfato, tacto y sabor con la atracción física y las emociones.

Un beso desencadena una serie de reacciones en el cerebro que empiezan por la liberación de químicos naturales llamados neurotransmisores, los cuales -por ejemplo- aceleran el pulso, relajan los vasos sanguíneos y en el caso de las parejas hacen que estas, además, se concentren en el momento y lo disfruten a plenitud.

Al contacto, los labios envían una tormenta de señales eléctricas que son captadas por la parte del sistema límbico, encargado del control de las emociones, y seguidamente entran en el “juego” varios químicos cerebrales como la epinefrina y dopamina que producen euforia y, a su vez, la liberación de otro neuroquímico llamado acetilcolina que lleva los impulsos nerviosos hasta los músculos.

El resultado de lo anterior provoca tal magia que ante la pregunta: “¿Qué piensa usted que es más íntimo, besar o tener relaciones sexuales?”, formulada por William Cane, autor de varios libros que abordan el tema, la mayoría de los encuestados coincidió en que besar es más íntimo, porque no se besa sensualmente a alguien con el que no se tiene la conexión que llevará a la relación sexual.

Pero lejos de su carácter científico, el beso es desde siempre la manera más elocuente de expresar cariño, respeto, admiración y amor por alguien. Es una forma muy segura y efectiva de decirle a los demás todo lo que sentimos sin tener que pronunciar palabra alguna.

martes, 5 de febrero de 2013

El Che y los errores

Por Mikely Arencibia Pantoja

 

“Debemos trabajar por nuestro perfeccionamiento interno como una obsesión casi, como una impulsión constante; cada día analizar, analizar honestamente lo que hemos hecho, corregir nuestros errores y volver a empezar al día siguiente”.

Así pensaba Ernesto Che Guevara sobre la actitud ante los errores, esos deslices que todos los humanos cometemos, pero que no todos somos capaces de reconocerlos y rectificarlos.

Y como el pensamiento de este argentino, cubano y universal hombre siempre es recurrente, vale un vistazo al tema, analizado por él con singular objetividad.

Jamás ninguna sociedad tuvo que espigarse en un entorno tan difícil como el que rodea a la cubana, donde sus ciudadanos están obligados a desarrollarse en medio de presiones externas que, lejos de empequeñecerse, crecen.

En semejante contexto la comisión de errores pudiera justificarse, pero aunque algunos sean justificables, más importante que eso es impedir que el error se repita, decía el Che.

Dejó claro, además, que resulta absurdo concebir que en la construcción socialista no se cometan errores. Sin embargo, planteó que “el ejercicio continuado de la autocrítica hace avanzar al individuo por el promisorio camino de la formación del hombre nuevo”.

El pensamiento de este amigo de todos los que aman la libertad y la justicia, abarcó también el papel educativo que desempeña un correcto ejercicio de la crítica.

En tal sentido, durante su primera reunión nacional de producción al frente del Ministerio de Industrias de Cuba, señaló la necesidad de que “el pueblo sepa exactamente cuáles son los problemas que hay, que no todo es belleza, que no todo es efectividad (...) y que lo único que nos salva es nuestra decisión, cada vez que hay un error, de resolverlo, de nunca tapar los errores y tratar de que no se produzcan más, para alcanzar la meta fundamental de la Revolución, que es la dignificación del hombre”.

Asimismo, llamó a estar siempre atentos y a transformar la lucha contra las equivocaciones en una formidable escuela, forjadora de una nueva moral.

Hoy los razonamientos del Guerrillero Heroico, expresados en ese modo peculiar de ver el presente y avizorar el futuro, aún iluminan el camino escogido por los cubanos. Todavía su alma de rebelde se mantiene en vilo y el diario que nos legó sigue abierto, alimentándose con la historia de cada persona digna.