miércoles, 10 de febrero de 2016

Tanto tienes, ¿tanto vales?

No es lo mismo ser hospitalario que servil. En los diccionarios aparece la diferencia gramatical entre ambos términos, mientras que la vida muestra la diferencia práctica.
 
Siempre el pinareño se caracterizó por una hospitalidad sin distinción de sexo, raza, posición social, nacionalidad. Su mano la ofrecía voluntaria y desinteresadamente a la persona que la necesitaba.
Así, prevalecía el afán de atender bien e igual al prójimo. No importaba quién fuera o de dónde viniera. La costumbre solo tenía una ley impuesta por la educación recibida desde la cuna y la espontaneidad: entre lo poco, dar lo mejor.
Entonces, el placer de ser buen anfitrión era únicamente a cambio de escucharle al otro decir “gracias” y hasta fijar una cita que no por formal se despreciaba: “Bueno, hasta más ver”.
Hoy, a pesar de que aún existen los que ven la hospitalidad como el encanto incorrupto, muchas de estas maneras cambiaron y ahora responden a pasiones serviles, lacayunas, subordinadas al imperio del dinero y el interés. Dos ejemplos:
Con simpático ademán un hombre le cede el paso a tres extranjeros que van en auto por la calle Martí –principal arteria de la ciudad–, ellos sonríen y agradecen dándole adiós. Unos metros después aparcan y otro pinareño se apresura, los ayuda a bajar, les limpia y cuida el carro, y termina con la mano derecha estirada en espera de la limosna. Sin dudas, entre la hospitalidad del primer individuo y el servilismo del segundo hay enorme abismo.
Y aunque duela creerlo, lo cierto es que algunos hoy viven del llamado negocio de la hospitalidad, donde hasta el más mínimo auxilio se vende.
“Tanto tienes tanto vales”, es la filosofía de quienes piensan que los actos de buena fe pasaron de moda y que el dinero todo lo puede. Pero, amén de la carestía de la vida, la culpa no es de la crisis económica, sino de aquella gente que baja con gusto la cabeza para que le cuelguen su precio.
Es cierto que los tiempos actuales son difíciles y que el salario de la mayoría de los cubanos es insuficiente; sin embargo, todo no puede estar en venta.
 
Por encima de conceptos y definiciones, la diferencia entre hospitalidad y servilismo sugiere cuestiones de principios, moral y orgullo propio, cosas demasiado serias para ser negociables.