domingo, 10 de enero de 2016

PELEAS DE PERROS: Cruento negocio

Puede que ahora mismo, en cualquier lugar de Cuba, se estén cometiendo crímenes bajo el pretexto de un suculento negocio. Los victimarios son hombres y hasta algunas mujeres; las víctimas son perros, generalmente Stanford y Bóxer, que se destrozan a dentelladas azuzados por sus dueños.

Las cruentas peleas ocurren a la luz del día, en céntricas calles o en zonas y barrios más alejados de la ciudad, donde se han construido pistas o reñideros para fertilizar apuestas al son de la muerte del can más débil.

“Los encuentros duran horas, porque son hasta que uno de los dos muera. A veces ninguno sale vivo. Pero es emocionante ver cómo se matan”. Así piensa un fanático a la barbarie. “Estos animales nacieron para eso”, agregó con naturalidad.

Otro nos dijo: “En ese momento pienso que estoy viendo una bronca entre dos hombres. No hago otra cosa que contar los días que faltan para la pelea”.

Aunque no lo crea, fue fácil hablar con algunos peleadores, pues ellos se sienten realizados con lo que hacen. Durante nuestras entrevistas recibimos invitaciones, oferta de cachorros (más de 500 pesos por un recién nacido, descendiente de padres triunfadores) y otras crudas confesiones.

UN POCO DE HISTORIA

Según la bibliografía universal, en la antigüedad los canes como el Bull terrier, Bóxer y Pit Bull, devinieron excelentes ayudantes de cacería, por lo que eran criados para enfrentarse a osos y toros. Los criadores de antaño seguían un criterio de selección basado en la fiereza, espíritu combativo y resistencia al dolor.
 
Pero con el desarrollo de las armas de fuego y otras técnicas más efectivas para esos menesteres, los perros comenzaron a perder el protagonismo. Los humanos de entonces creyeron oportuno buscarle a sus fieles compañeros de caza otras funciones mediante las cuales cultivaran sus fortalezas y sirvieran, al mismo tiempo, de entretenimiento.

De esa forma surgieron, grosso modo, las peleas de perros, actualmente prohibidas por su crueldad en la inmensa mayoría de los países, incluyendo a Cuba, donde esta actividad con fines de enriquecimiento clasifica como juego prohibido y en el código penal están bien definidas las sanciones correspondientes.

CONFESIONES DE UN PELEADOR

Andrés es criador hace años. Él nos contó que antes de un encuentro el animal es sometido a férreos entrenamientos.

“Los dueños tenemos que estar convencidos de lo que está en juego, pues podemos perder una gran inversión.

“Les ponemos una pechera y los obligamos a correr al lado de la bicicleta hasta completar 30 ó 40 kilómetros diarios.

“Al principio los topamos con perros callejeros, para que los maten y así despertarles la ferocidad. Después los topes cambian, por ejemplo, buscamos a un contrincante similar al nuestro y los ponemos a combatir con las mandíbulas entizadas, para ver cuánto resisten sin respirar por la boca y comprobar la fuerza de sus músculos, sin que ocurran lastimaduras. También los incitamos a morder un objeto y los colgamos por la boca cerca de una hora, de esa manera la mordida se vuelve más consistente.  

“La alimentación es a partir boniato, cabezas de pollo, gatos que cazamos con jaulas y cualquier cosa que los mantenga llenos y fuertes”.

FALSOS CONCEPTOS

Al comienzo pensamos que en este cruel mundillo solo hallaríamos a personas desocupadas, viciadas por la ambición, de bajo nivel cultural y con pobre instrucción. No obstante, pronto comprendimos que detrás de estas sangrientas riñas, patrocinadas por una floreciente industria del mal, hay todo tipo de gente, desde las mencionadas hasta profesionales, como Andrés, y lo peor, involucra a niños, adolescentes y jóvenes.

Los criadores que conversaron con nosotros aseguran que la agresividad de estos perros es congénita. En cambio, el especialista Antonio Valdés Muiñoz, médico veterinario en Pinar del Río, desmiente tal aseveración.

“Ningún animal nace con inclinaciones sanguinarias. Hay algunos que matan, pero lo hacen para comer, proteger a su prole o defenderse ellos mismos.

“Son los seres humanos quienes modifican las especies de acuerdo con sus intereses y conveniencias.  Desde que aparecieron las peleas de perros, han sido creadas razas más fieras, que por instinto atacan, pero el único responsable es el hombre y no la naturaleza”.

FUERA DEL SACO

Los integrantes de los diferentes clubes de perros de raza, que están representados en Vueltabajo, tienen razones para estar molestos y autotitularse acérrimos enemigos de los que manifiestan desmedido afán por especular con la vida de inocentes criaturas.

Sin embargo, gran parte de la sociedad no siempre establece diferencias entre los hombres que son capaces de morir por salvar a un animal y quienes practican actos totalmente opuestos, bajo los preceptos de la filosofía del dinero.

“No es justo que nos metan en el mismo saco”, reflexiona Ronnie Lorenzo, miembro del club de Dobermann. “Hay una diferencia esencial, ellos preparan a los perros para matar y nosotros los cuidamos para que la sociedad aprecie sus bellezas”.

Julio Puente Mugica, del club de Afganos, quizás sin proponérselo me dio la sentencia final para este trabajo:

“Ya el perro demostró ser el mejor amigo del hombre, ahora hace falta que el hombre demuestre ser el mejor amigo del perro”.