martes, 11 de septiembre de 2012

Cinco raíces humanas

Por Mikely Arencibia Pantoja

Despliegue policial. Invasión de hogares. Detención. Injusticia. Trato infame. Privación de derechos. Mentiras. Manipulación. Aislamiento. Violación de las leyes...

No alcanzarían oraciones para describir la suciedad que se destapó en la ciudad de Miami a partir del 12 de septiembre de 1998, fecha en que fueron detenidos René González Sehwerert, Fernando González Llort, Antonio Guerrero Rodríguez, Gerardo Hernández Nordelo y Ramón Labañino Salazar, jóvenes cubanos infiltrados entre los terroristas para conocer y prevenir sus planes criminales.

Hace catorce años de aquel día negro para la justicia norteamericana, para la dudosa moral que predica su gobierno con una política aplicada a pura conveniencia y, por supuesto, para todos los que aman la paz y sufren al saber que la verdad está maniatada desde entonces por el poder del dinero y el interés político.

Pero no todo tiene su precio, como algunos piensan, y a lo largo de este tiempo los Cinco Héroes lo han demostrado manteniéndose erguidos ante el cobarde y repetido asomo del chantaje y el soborno.

De nada han servido ni servirán la separación, el encierro, la negación de visado para sus madres, esposas e hijos, la aplicación de injustas y severas condenas que amenazan con tenerlos en cautiverio toda la vida ni las propuestas indecentes hechas en intentos frustrados de convidarlos a mentir y renunciar así al viril principio que los mantiene en pie.

Catorce años ya pasaron desde aquel día triste y glorioso a la vez.

Triste, porque con el apresamiento de ellos se cometió un horrendo crimen de conciencia. Glorioso, porque con ese mismo crimen se fertilizó la semilla de un árbol que echó cinco fuertes raíces humanas.

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