lunes, 10 de septiembre de 2012

Cubaneos

Por Mikely Arencibia Pantoja
        
A cualquier turista, aún los de habla hispana, puede resultarle algo difícil establecer comunicación con cierto grupo de cubanos que ha incorporado a su diálogo habitual palabras y expresiones bastante singulares.

Le propongo algunos ejemplos que dan fe de esta especie de jerga callejera.

Ser un “puro echongo” significa tener más de 40 años y lucir bien, vaya, llevar tremenda “coba”, estar “forrao”, ser “maceta”, “papirriqui”.

Darle a alguien el “tunturuntun happy happy”, equivale a despedirlo, abandonarlo, o lo que es igual, según ellos, “dejarlo en esa”.

Una persona que “faje” o “muerda”, está fea, sucia, mal vestida. Andar “arrancao” o “en el hueso”, es sinónimo de crisis financiera, lo contrario sería “estar en talla”.

Asimismo, quien se dio la “última afeitá, cantó el manicero o guardó el carro” es porque se murió.

Cuando a uno lo obligan a marcharse de algún sitio, tiene que “espantar la mula”, y si necesita encender una “bala” (léase cigarro) debe pedir que “le den candela”.

“Volarse el pichón o la cafetera” infiere alteración, molestia, exaltación, y para evitar eso, esta gente recomienda “no estar en na´, no coger lucha”.

De igual forma, “echar un patín” es salir corriendo; “dar tremenda muela” significa hablar demasiado; y los expertos son “fieras, salvajes, bárbaros”.

Una mujer bonita es denominada “monstruo” y si alguien la conquista, dice que la “ligó”.

Un cubano bailador “echa tremendo pié”; uno haragán “tira un majá”, quien se equivoque “mete la pata” y aquel que pasa hambre se “jama un cable”.

Ser tacaño es “caminar con los codos”. Tener agilidad mental significa “ser la candela” y obrar con torpeza o brutalidad es “ser un ñame con corbata, un seboruco o un tronco de yuca”.

Y aunque todavía queda mucho por escribir sobre estas singulares expresiones, que poco a poco han sido incorporadas al español que se habla en Cuba, estoy obligado a “apagar el tabaco” (poner el punto final) en este instante o, de lo contrario, corro el riesgo de que usted “me de oreja” (no me haga caso).

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